Cerrado por vacaciones
Lidia Ramallo SánchezEchó un ultimo vistazo al despacho y cerró la puerta para siempre. La humanidad había fallado de nuevo y él ya no tenía edad para vigilar y proteger el planeta sin ayuda. Su salud se resentía. Después de tantos años luchando como abogado tiraba la toalla. No había acceso a la justicia, gobernantes y magistrados estaban comprados, así que tendrían lo que se merecían. Los árboles desaparecerían, las aguas se secarían y la tierra se partiría en pedazos.. La vida dejaría de existir. Se fue a casa y se sentó en su sillón favorito. La música de un arpa empezó a sonar. ¡Estaba en el paraíso! Llamó a su incondicional amigo Pedro y le pidió que cerrara las puertas a cal y canto. La tierra se estremeció. Mientras la observaba desde el cielo telefoneó a su vecino de abajo.
– Satanás, tú ganas.
Y descansó.
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Mi voto, pues me ha gustado la historia de tu relato. Felicidades.
Mi madre decía muchas veces que al que hace todo lo que puede no se le puede pedir más. Este abogado intentó salvar el planeta, que no lo consiguiera no es culpa suya, pues ha de ser una tarea colectiva. Es comprensible su frustración. Sin embargo, sí que ha logrado algo: salvar su alma, pese a tener una amistad poco recomendable: Pedro Botero.
Tu relato y el mío, aunque diferentes, quizá podrían hermanarse de alguna manera, como hacen los pueblos.
Un saludo
Muy buen relato, con un mensaje de los más contundente. Enhorabuena y mi voto.
¡Qué gráfico!