EL ORGULLO DE SER ABOGADO
juan perez moralaSe les veía por toda la geografía española, sobre todo por las ciudades grandes o cálidas, malviviendo con sus ventas ambulantes, en una paz interior nutrida de resignación, con la mirada lejos, circunspectos. Muchos, decepcionados a causa de su incierto futuro.
La política migratoria parecía no ser muy eficaz. A mis colegas y a mí, nos parecía incomprensible relajar el control fronterizo, casi facilitar el acceso al territorio español, para luego dejar al inmigrante en la estacada, sin trabajo ni recursos.
Un chico alto, de unos veinte años, Ahmed, de Mauritania, subió una mañana a mi despacho. Entró tímido y cauteloso, porque no sabía lo que le costaría la consulta. Le tranquilicé y le serví un café. Me miró con ojos nerviosos, luego se distendió, dejó de sudar y empezó a hablar más suelto.
Cuando le expliqué qué hacer, sonrío largamente. Entonces, repentinamente, me embargó el orgullo de ser abogado.
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Una vez un notario me dijo que el Derecho está pensado para ayudar a la gente. Aquello me pareció precioso. Sabemos que no siempre sucede de esa forma, aunque tu abogado sí que lo entiende así. La satisfacción por esa ayuda interesada a un ser humano que lo necesita le honra y le llena, más que una minuta.
Un buen título para un buen relato.
Un saludo, Juan
Buen relato, Juan. Mi voto y suerte.
A veces la profesión deja alguna que otra satisfacción moral. Brindo porque sean muchas. Suerte.
Enhorabuena!! Me ha encantado tu historia, me permito añadir que al orgullo de ser abogado se le une también el orgullo de realizar bien el trabajo. Cada uno en la parcela que le corresponda. Esa recompensa no tiene precio.
Mi voto y un abrazo!!