Días de gloria
Héctor Seco RoviraUn hombre y un niño esperaban tras la mesa. Una mujer de blanco abrió la puerta y entró un anciano con una camisa de pliegues marcados bajo una vieja corbata:
—¿Puedo ayudarles? —preguntó el anciano.
—Señor Adánez, necesitamos sus servicios —se apresuró a contestar—, para demandar a una importante cadena de comida. Será muy mediático y sabemos que ha salido victorioso de los últimos casos.
La cara del anciano se iluminó con ojos encendidos de recuerdos.
—El chaval ha sufrido ya dos lavados de estómago, la última convalecencia fue especialmente dura.
—¡Indignante! —exclamó el anciano—. Debemos repudiar con firmeza estos abusos.
Tras una hora charlando, se levantaron y apretaron sus manos. Salió por la misma puerta, acompañado de la mujer.
—¿Tenemos que jugar a abogados siempre que venimos a ver al abuelo?
—Nunca uses ese verbo delante de él —respondió empujándole la cabeza contra su pecho para esconder sus húmedos ojos.
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Hola Héctor. Tu relato es entrañable, me gusta mucho. Mi voto y suerte.
Hola Ana. Muchas gracias por tus palabras, es la primera vez que me seleccionan un relato y me hace ilusión que la gente lo disfrute lo mismo que yo al escribirlo.
Qué bonito.
Muchas gracias David, un honor recibir esas palabras de quien vienen :)
Magnífico relato. Tratas de forma bella y delicada, un tema tan temible y terrible como es el Alzheimer. Mi enhorabuena y mi voto.
Muchas gracias Eva. Pretendia que de alguna forma se viera una realidad tan terrible desde los dos puntos de vista de quien lo sufre, y gracias a vuestros comentarios parece que en parte al menos, lo he conseguido, me doy por contento con vuestras amables observaciones.
Precioso. Me ha encantado.
Muchas gracias Chela!
Me ha encantado Héctor. Mi voto, y ¡suerte!
Muchas gracias Ana María
Un relato que me encantó a principio de mes y que a día de hoy no ha perdido nada de su encanto. Enhorabuena. Mi voto y un saludo.
Benjamín, muchas gracias por tus palabras, a veces es cierto que hay relatos que tienen sorpresa en la primera lectura y luego ya sabido pierden interés, así que lo que comentas es todo un halago.
Resulta incomprensible (o a lo mejor no lo es tanto) que el pobre abuelo haya borrado de la memoria todo su pasado menos su oficio. El título, que ni pintado y el final tierno y duro; y sobre todo, inesperado. Es decir… muy bueno.
Muchas gracias por la completa y positiva crítica. Realmente aquí la intención era remarcar la importancia que en su vida ha tenido su profesión y sus éxitos, por eso significarlo como algo imborrable.
Soberbio, un precioso bodegón sobre la pérdida de la memoria.
Muchas gracias Raquel por tu bonito elogio
Me felicito de tener el mismo criterio que el jurado. El relato es muy bueno y por tanto merecedor del premio. Enhorabuena Héctor. Saluda al abuelo de mi parte, aunque no se acuerde de mí.