Justicia Divina
Yoel Ernesto Rodríguez Jiménez · Ankara, TurquíaAsqueado ante la idea de que su último recurso fuera cruzar al país de sus víctimas ilegalmente –como ellas lo hacían al suyo–, “El Asesino de Inmigrantes” me prometió que si su abogado lo libraba de esta condena, se convertiría de inmediato a mi fe. A la orilla del camino y bajo la sombra de un panel que anunciaba el XIV aniversario de un concurso, se postró ante mí. Luego hizo los gestos necesarios para comunicarse exclusivamente conmigo y no con deidades equivocadas. Finalmente, cuando me dedicó la oración correcta, su celular vibró.
–Conseguí el sobreseimiento, no te pueden acusar.
“El Asesino de Inmigrantes” salió a la carretera dando brincos de alegría y se arrodilló a alabarme con ojos apretados en repentina devoción. Estaba tan absorto agradeciéndome, que no logró esquivar las ruedas de aquel vehículo apresurado, repleto de personas que venían rezando desde que dejaron su tierra natal.
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Genial, Yoel. Humor negro a tope…
Mi voto y mucha suerte.
Saludos.
¡Mucha gracias, Gabriel! Saludos.
Le va el título como anillo al dedo y está claro que la unión hace la fuerza. Al menos, así ha debido pensarlo esta deidad en concreto.
Fabuloso relato, Yoel, enhorabuena y mi voto.
Muchas gracias por tu lectura y tu apoyo, Ana María. ¡Saludos!
El Asesino de Inmigrantes se libró del juicio en la Tierra, pero ahora tendrá que afrontar otro juicio,… deduzco que ante el narrador de tu historia. Muy buen relato, Yoel. Mi voto y suerte. Un abrazo.
¡Muchas gracias, Francisco! Un abrazo.
Justicia divina y poética al mismo tiempo. Y el Asesino de Inmigrantes, al carajo, como bien merecía. Muy buen relato, tienes mi voto, Yoel. Un abrazo.
Gracias Nicolás por tu comentario y por tu voto. ¡Otro abrazo para ti!