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Almudena Horcajo Sanz 

Mi vieja casa me pedía a gritos una reforma y no se la pude negar.
Cometí el error de no firmar un contrato con cláusulas claras, me fie de un anuncio de internet en el que todo parecía fácil y rápido. Unos operarios se instalaron en mi vivienda hace nueve meses y aún no han comenzado las obras, siempre alegan que no llegan los materiales por problemas de distribución. Yo ya no me creo nada. He puesto el asunto en manos de un abogado porque no quiero cometer una barbarie.
No sé cuándo va a finalizar esta pesadilla. Afortunadamente, la gente me ayuda. Doy las gracias a todos, en especial a mi amigo Jacinto, aunque él no lo sabe, he aprovechado su viaje al extranjero para trasladarme a su piso. ¡Menuda sorpresa se va a llevar cuando regrese! No le va a hacer ninguna gracia tener que cambiar de domicilio.

 

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