Pies desnudos
Raquel Sánchez LópezFrente al escáner, la abogada disimula como puede su nerviosismo. El riesgo que está corriendo es máximo, el contenido de ese vídeo es crucial. En él se hace visible la vejación que sufren las niñas y los rostros de sus verdaderos torturadores, gente de poder, influyente, peligrosa. Solo debe preservar la identidad de uno de ellos: su confidente.
Los latidos de su corazón traspasan el tejido de su camisa; escucha el pitido de la alarma. Cuando el guardia de seguridad se acerca a ella, cree enloquecer. Le pregunta si guarda algo de metal, ella no puede articular palabra. Le insta a que se descalce. Obedece y cruza de nuevo paso al umbral del pánico; esta vez no se oye sonido alguno. Con un alivio infinito, la abogada cruza por fin las puertas al despacho del juzgado, con la firme intención de reabrir el informe de Alcásser con los pies desnudos.
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Qué recuerdo tan tristemente célebre! Mi voto. Saludos!
Pues sí, penoso que haya siempre criaturas que quedan en el olvido del papeleo, o casos eternamente abiertos, como heridas gangrenadas, incurables.