Imagen de perfilLAS HORAS EXTRA

Fernando Antolín Morales 

Mi mujer dejó caer varias veces el tema de la residencia. Que si tenían que vigilar mejor, que si debían proteger con más cautela el tema del acceso, de las entradas y salidas, de las visitas. Yo seguía con mis casos, mis clientes y mis horas extra en el bufete. Al fin y al cabo, gracias al trabajo podía costear los mejores cuidados para mi padre, que para su edad no andaba mal de salud, pero el tiempo empezaba a pesarle.
Ahora, mi mujer es la que me pide que eche horas extra en el despacho. Me dice que las necesito para atar bien los cabos sueltos de la demanda contra la residencia de mi padre, pero no tengo claro que esa sea la única razón.

 

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2 comentarios

  • Bajo cualquier decisión siempre late un motivo, incluso más. Uno siempre visible y otros soterrados, pero en realidad más verdaderos. Tras la insistencia de la mujer de este abogado en demandar la mala praxis de una residencia de ancianos, parece haber una razón loable: buscar el bienestar de sus residentes, entre ellos, su suegro, aunque ello suponga una inversión económica y mayor tiempo de trabajo y sacrificio por parte de su marido. Tal vez también, o por encima de ello, lo que subyace en realidad es el temor a que tengan que acoger al anciano en su hogar. Puede, incluso, que la intención no manifestada sea la de ver a su marido lo menos posible.
    Un relato sobre las causas que nos mueven a actuar de una forma determinada.
    Un saludo, Fernando

     
    1. Muchas gracias por tus palabras, Ángel. Yo pienso que igual que siempre disfrutamos de un micro con varias lecturas, al final no es solo una cuestión de literatura, sino que la realidad también tiene varias lecturas y todas igual de ciertas. En la versión que más me gusta del cuento, la mujer tiene una primera motivación ciertamente loable, pero por otra parte el descuido del marido durante tanto tiempo en el que fue aconsejado ha podido hacer mella en la relación y quizá un poco de distancia pueda ser bienvenida.