¿Cómo dices, niña?
SANTIAGO MESSA POULLETComo menor de edad había que proteger y vigilar la salud y los derechos de Tamara. Como abogado del turno de oficio me sentía obligado a ello y terminé implicándome en este caso de grandezas y también de miserias humanas.
Ya se lo había contado a su abuela, a aquella monitora, a su maestro, a la asistente social, al pediatra, al agente de la policía local, al de la nacional y a la guardia civil, a una forense, a una psicóloga del juzgado, a una fiscal, a una jueza ah, y a su abogado. Por tanto tenía experiencia cuando la llamaron a ratificar su declaración y Tamara avanzó por aquel pasillo en busca de un débil biombo que apenas resguardaba y amparaba el acceso a una historia dolorosa, repetida y reiterada.
¡Cuánta admiración me provocaba sus menudos ocho años! y cuanta valentía y dignidad demostró al contarlo todo… otra vez.
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Un relato muy duro. Muy bien escrito. Enhorabuena y mi voto.
Gracias Nicolás. Desgraciadamente la historia tiene un referente con la realidad. Mis personajes parecen estar en la torre de babel, prefiero tu torre.
Un abrazo y suerte