“Pacta sunt servanda”
Daniel Domínguez RepisoLa sentencia era desorbitada. ¿Apelación? pero ¿a quién? Si ni tan siquiera tenemos abogado. Nos habíamos metido en un berenjenal, sin olerlo ni catarlo… Bueno, lo olimos y catamos, solo un poquito…
El Jefe resultó experto en formular pactos ininteligibles… Pinta de abuelo bonachón (estáis en vuestra casa, coged lo que queráis…) y luego resulta un viejo drástico e intransigente. Nunca sabremos dónde tenía conectada la cámara, pero nos vio y, encima, en pelota picada…
Dichosas las ocurrencias de la parienta y su parlanchina mascota, color lavanda sucio, que me dio mala espina desde que la vi, con su aspecto viscoso y aires de sabelotodo.
Por esa chorrada nos echa de la finca (donde no dábamos palo al agua) sin posibilidad de retorno…
Fuimos a despedirnos, a ver si llorando se apiadaba, pero fue tajante: “No quiero volveros a ver por aquí, Adán y Eva, y llevaros esa asquerosa culebra”