Absolución sumarísima
Urko Madrazo AguirreVestido con una innovadora toga escarlata, el juez se dispuso a leer la sentencia. Con la firmeza y educación que un momento así requería, depositó sobre la mesa la resolución judicial y comenzó su lectura. El mundo esperaba ansioso.
La decisión resultó unánime. El principio de equidad fue aplicado en toda su magnitud. La sentencia marcó jurisprudencia para el resto de la vida conocida. Quedó probada la igualdad entre Dios y él. Se puso en valor que ambos eran seres magnánimos, todopoderosos, superlativos. Uno y otro tenían la potestad de definir el destino de todo ser viviente. Por tanto, no se podía encumbrar a Dios a los altares de la humanidad y condenarle a él. En el proceso más importante que hasta entonces había conocido la Humanidad, el Diablo quedó absuelto ante las acusaciones de crímenes de lesa humanidad que pesaban sobre él desde hacía más de dos mil años.