Un huracán de justicia
Enrique Soler SantosRecuerdo que de pequeño, cuando me enfadaba, hacía que lloviese tanto que se inundaba la cocina. También nublaba el cielo o levantaba viento si hacía calor. Mi madre sonreía, decía que era igual que mi abuelo. Mi padre enarcaba una ceja y me conminaba a dejar en paz la climatología y prepararme para gestionar el despacho de abogados familiar.
Me saca de mis recuerdos la llamada de un cliente. Entre sollozos me cuenta que un terremoto ha derrumbado su casa como si fuese de papel. Lo acaba de telefonear un señor muy amable para comunicarle que la aseguradora se niega a hacerse cargo del siniestro.
Un rato después leo con media sonrisa que un inexplicable huracán ha hecho añicos los cristales de la imponente sede de la aseguradora.
Ocupé mi lugar en la estirpe de abogados de mi padre, pero ante las injusticias me hierve a veces la sangre materna.
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Muy buen relato. Al final, la naturaleza hace justicia. Mi enhorabuena y mi voto.
Así es. Muchas gracias por su voto y por su comentario.
Más que un abogado, un superhéroe que hace justicia poética. Enhorabuena y mi voto.
Sí, algo así. Me habré contagiado del realismo mágico de alguna lectura reciente. Muchas gracias
Justicia natural. No obstante, tengo la impresión de que las calamidades visitan más los barrios de los pobres. Cuántos señores amables haciendo trabajos sucios… Enhorabuena por el relato, y suerte.
Qué razón tiene. Los relatos nos permiten fantasear con mundos sencillos y coloridos. En la árida práctica jurídica del día a día, intentemos también construir algo mejor. Muchas gracias por sus palabras y su voto.
Buenísimo, Enrique.
Me gusta ese protagonista con ‘poderes’.
Te deseo mucha suerte.
Un abogado en el olímpo. Enhorabuena, me encanta la justicia poética. Mi voto
Aquí los siameses son Zeus y Themis. Excelente asociación. Otra posibilidad es que se líe con un lanzallamas, como en la última peli de Tarantino.
Suerte, Enrique.