LA ÚLTIMA CENA
Sonia HernándezMartin Cook era el prestigioso cirujano del Hospital Johns Hopkins, en Maryland.
En invierno de 1981 dos de sus ayudantes desaparecieron, el mismo día, sin dejar rastro. Días después la anestesista corrió la misma suerte y Martin pasó a ser, sobre el papel, uno de los sospechosos dada su relación directa con los tres.
Su mujer, Jodie, decidió gestionar la situación llamando a Anthony Perk, el mejor abogado del país y amigo íntimo de la familia.
Anthony, siempre muy amable, iría la tarde siguiente a casa del matrimonio para charlar con Martin e ir preparando la cena y la defensa.
Cuando Jodie llegó a casa, fue hasta la cocina y preguntó por Anthony. Martin, muy tranquilo, arqueó su ceja, la invitó a sentarse y contestó: «cariño, yo solo obedezco a Hannibal Lecter. Anthony se ha ido para siempre, disfrutemos de él y de esta última cena juntos. Voy a entregarme».
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Macabrísimo, jeje
jejejeje, el canibalismo es lo que tiene!
Guau, me encanta.
Qué silencio de corderos tan bien microrrelatado.
Un abrazo enormísimo y mucha suerte, Sonia.
Gracias, Towanda. Hay que revivir al gran Hannibal. Saludooos
La comida… no me apertece. Pero el relato es muy sabroso. Y contado muy a lo Truman Capote. Enhorabuena
Muchas gracias!!! esa comparación sí que es sabrosa. Nos leemos. Saludosss
También las ovejas negras -los togados- guardan silencio y marchan hacia el matadero. Vaya con Martin Cocinero, el discípulo de Mr Lecter. Espero que Mr Perk no se le atragante, porque el cerebro de un abogado sí que es boccato di cardinale.
Suerte, Sonia.
jajaja, muy buena continuación, Manuel, para un buen final aclarativo, Muchas gracias. Nos leemos. Saludooos.