El careo entre los dos testigos se convirtió en la principal prueba de la acusación. Había que reparar el daño rápido, actuar con presteza era imprescindible. Repasó sus opciones y optó por usar el comodín de la llamada, el Juez lo concedió. Era una opción radical pero era la única posibilidad. Marcó el número y el catedrático de Derecho Penal, el célebre abogado de prestigio y Dr. D. Javier Pérez, su guía y mentor desde que le conociera en primero de carrera, le ofreció en dos pinceladas la estrategia a seguir. Siguió su consejo y bordó el informe con sus conlusiones definitivas. La Fiscalía, apurada, intentó sin éxito utilizar el comodín del público pero ya era tarde. Había ganado el caso.