Imagen de perfilJusticia al orégano

Juan Herranz Pérez del Arpa 

Durante el receso del caso, el abogado Miguel Malhumores salió a comer en el italiano de la esquina. Ocupó su mesa habitual y seleccionó en el marcador electrónico su acostumbrado plato de pasta, sin especias, tal y como solía pedirlo cuando intuía un caso perdido.
Mientras esperaba, repasó sus últimos apuntes. El caso del pueblo contra Saúl Alonso parecía condenado al fracaso, y él se preparaba para encajar una nueva derrota.
__Dentro de nuestra tarifa incluimos pruebas irrefutables para abogados desesperados –sonrió su camarero habitual al traerle la pasta limpia.
__¿Has visto? Otro día más sin albahaca en los espaguetis.
__El poder judicial te ningunea, amigo. Me parece que nunca sabrás ni a qué sabe el perejil.
Manuel lo miró fijamente, fuera de sí. Cogió el pequeño bote de orégano de la bandeja y lo vació completamente sobre su plato. Masticó y masticó su furia. Algo iba a cambiar.

 

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