La sangre del reo
Natalia Anabela SanzÉl conocía la diversidad humana. La había visto en la corte del emperador donde, con intrigas y traiciones, cada integrante trataba de fortalecer sus posiciones. Con seguridad, podía reconocer las bajezas de sus semejantes y eso le permitía anticiparse a sus conductas. Ese talento y su propia habilidad para intrigar apenas le había valido una gobernación en el rincón más gris del imperio. Una responsabilidad indigna de sus aspiraciones. Soñaba con regresar a la capital. Recorrer sus calles coloridas, ruidosas y sus noches lujuriosas. Pensaba en esto, mientras miraba con hastío el recinto colmado por los sacerdotes, ancianos, escribas; todos reclamando un veredicto urgente. Reconocía en cada uno de ellos la envidia y los celos que le provocaba el reo. No encontró ningún delito en su conducta y trató de salvarlo con argucias, pero fue inútil.
Entonces, mandó a traer agua y se lavó las manos.
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Tu relato huele, suena y, sobre todo, sabe (del verbo «saber»).
Yo no me lavo las manos, apuesto por ti.
Saludos, Natalia
Hola Mar, recien veo tu mensaje. Ando muy ocupada con el estudio de los chicos
y el trabajo de la carpinteria. gracias por leer mi cuentito.
Mar, te doy la enhorabuena por escribir un relato tan bueno pese a estar tan ocupada.
Tienes mi voto.
Un abrazo.
Natalia, tu relato está muy bien ambientado y muy bien escrito. Enhorabuena, te deseo mucha suerte y te envío mi voto con un saludo.
Gracias, Au. Sos la segunda persona que lee algo mio.
Escribir es un descanso Un alivio de la carga de cada dia.