CON LAS BOTAS PUESTAS
ANA Mª GARCÍA YUSTENunca creí que me jubilara. Uno se hace mayor pensando en lo lejano que queda llegar a viejo. Cómo los entiendo ahora, cuando venían a mi despacho en busca de orientación, vulnerables, con sus bastones remendados y la soledad a su lado; con fotos de unos hijos que de niños sonreían y ahora los dejan abandonados. Necesitaban mi defensa; se la di, pero aun siendo profesional jamás pude evitar sentir pena por asistir a juicios donde una sola familia se sentaba en dos bandos. Ahí nadie perdía ni ganaba; todos perjudicados, todos beneficiarios. Ahora soy yo el viejo. Me pregunto si alguien entiende lo que pienso, que aunque anciano y retirado jamás haya dejado de ser letrado. Miro mis manos, tan arrugadas como mis códigos y legajos, y siento orgullo de haber plegado mi piel junto a ellos con el tiempo.
Me llamo Luis, tengo ochenta años y soy abogado.
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Bonito homenaje a nuestros mayores, el lugar hacia el que todos avanzamos. Enhorabuena y mi voto.
Gracias, por tu amable comentario, María.
Bravo por Luis, por sus arrugas y por su persistencia. Muy buen relato, enhorabuena, mi voto y un saludo
Te agradezco el comentario y el voto, Nicolás. Saludos
Cuánto enseña la vida, pero a menudo lo aprendemos tarde. Nunca somos conscientes de lo felices que fuimos de niños hasta que la infancia se ha ido. Creemos que la juventud será eterna, hasta que llega la ancianidad. Que la vida se marcha en un suspiro y todas las etapas se terminan es un hecho innegable, como también que necesitamos aferrarnos a algo que creemos sólido.
Las familias a veces se rompen, los afectos se vuelven pasajeros, pero tu protagonista es y será siempre un abogado de raza, porque aunque todo esté en perpetuo cambio, hay cosas que deben persistir.
Un abrazo y suerte, Ana María
Gracias, Ángel, y suerte también. Saludos
Ana María, un relato excelente y en el cual narras una gran realidad.
Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Un saludo.
Gracias, Javier, y suerte también. Saludos
Me ha encantado tu relato, y sobre todo como se define el personaje, con rima y todo «aunque anciano y retirado jamás haya dejado de ser letrado». Es decir, el que lo es, lo es hasta la muerte.
¡¡¡ Cuánta razón tienes !!!. Es como un vicio, el que lo prueba, no lo puede dejar. Suerte y mi voto, que ya te otorgué hace días. Un abrazo,
Gracias, Francisco. Espero que tengas suerte con tu relato. Saludos
Bonito relato Ana M.ª, enhorabuena por haber plasmado tan bien los sentimientos de un jubilado. Te lo dice un jubilado, aunque algo joven todavía. Cuenta con mi voto. Saludos.
Jubilado ahora; joven siempre. Gracias por tu amable comentario. Saludos
Una historia que no por triste no deja de ser real. Me encanta la frase «donde una sola familia se sentaba a dos bandos». Mi voto y enhorabuena.