CAUSA JUZGADA
LOURDES ASO TORRALBAA mí lo que de verdad me gustaba era la magia. Pero mi padre dijo que cinco generaciones de abogados no se rompían por una estúpida manía mía de jugar con una varita. Y que si quería agitar algo, que golpeara el mazo para determinar una causa juzgada, que para el caso, lo mismo. Mi madre enseguida terció para que firmáramos la paz amistosamente y se encargó de facilitar un acuerdo intermedio para ambos. Al finalizar Derecho tendría un año sabático antes del acceso al bufete. Visité diferentes Tribunales cada vez más convencido de que la contaminación del planeta debía juzgarse en La Haya de forma urgente. Consciente de la dificultad de semejante empresa, saqué un paquete de pruebas y las barajé de forma eficaz, haciéndolas llegar al lugar adecuado en el momento justo.
Estoy nervioso por si el ilusionismo del truco desaparece antes de que emitan el veredicto.
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Acertado relato, pues la abogacía siempre tiene algo de ilusionismo y magia, para sacar adelante los casos. Mi felicitación y voto.
Hay causas tan difíciles que parece necesario algo más que el Derecho para que triunfen. Ojalá tu protagonista, mitad prestidigitador, mitad letrado, consiga la fórmula correcta. Quién sabe, tal vez la aplicación de las leyes no es algo tan rígido como en principio podemos suponer, puede que esté abierta o la combinación con otras acciones.
Se puede decir que es un relato con magia.
Un saludo, Lourdes
De ilusión también se vive. O mejor… no se vive sin ilusión. ¡Suerte con la magia!.