Imagen de perfilDESDE LA TRINCHERA

José Enrique Lahoz Mañas 

La Sala no es mi especialidad. Hace años que dejé de visitar los armarios de las salas de letrados de los juzgados, donde las togas aguardan a que alguien las saque para “disfrutar de las vistas”. Mi hábitat natural son mi ordenador y mis papeles, tras los que me parapeto diariamente con el único objetivo de dar respuesta a la última consulta que alguien ha disparado a bocajarro, sin previo aviso. Así es la empresa, rápida, imprevisible; así es la mesa del abogado interno, auténtica trinchera para el jurista de infantería. Fuego rápido y de contención, sin posibilidad de rodeo ni alarde estratégico alguno. Para los grandes despliegues tácticos ya está la caballería. Apuro el café solo, largo, cojo al vuelo la última rebanada con mantequilla y salgo de casa para acudir a mi particular campo de batalla, donde sólo yo percibo el alcance de mis pequeñas victorias.

 

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