A pie de calle
Noemí García Méndez«Buenos días, doctora». Este es el primer saludo que oigo cada mañana treinta minutos después de salir de casa. Aunque soy jurista, así se dirige a mi la portera portuguesa del edificio donde trabajo. Diez minutos a pie, a paso lento y con tacones son los que separan mi domicilio y mi despacho. Sin embargo, media hora larga es lo que tardo en llegar. Si no es la señora encargada del parquímetro es la dependienta de la farmacia, y si no el tendero de Víveres Julián. Al acecho están para hacerme una consulta. Intentando esquivarlos no son pocas las veces que hago un rodeo. En mi huida busco refugio en un café cercano. Creyéndome a salvo disfruto entonces de mi rebanada de pan con mermelada de tuno indio, hasta que escucho balbucear a mi espalda: es ella…vamos a hacerle una pregunta…