Que hable ahora

Mercedes Gómez Ballesteros · Collado-Villalba (Madrid) 

Al cura se le atascaron las palabras: calle, para, siempre en plena glotis y a punto estuvo de ahogarse. La madrina cayó desplomada arrastrando al suelo al padre de la novia, que elevando el índice ordenó la detención inmediata del sujeto que objetaba infidelidades previas desde el coro. El sujeto en cuestión soltó el orgullo antes pregonado tras el órgano y huyó amilanado. No hubo boda. Dos años después, durante el juicio, rebrotó el escándalo. Harto de gritos el juez lanzó el birrete contra la suegra que estrangulaba al malogrado novio, falló el tiro pero atinó en la cabeza de la prima Esperancita, que sin querer escupió una palabrota sobre el abogado que tomaba el tercer lexatin de la mañana. En el silencio sobrevenido se escuchó a la bisabuela Basilia decir al acusado: Hijo, ¡¨finalmente le dijiste a tu prima que a su novio le gustas tú?

 

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