El heredero

Marta Currás Martínez · Vigo (Pontevedra) 

Cuando mi pasante me mostró aquel extraño error en el expediente, sentí que la Divina Providencia me rescataba del naufragio lanzándome un flotador. Tras la repentina muerte de mi padre, mi secretaria me había abandonado por un jefe abstemio y el despacho se hundía en el desastre. Apenas sonaba ya el teléfono, así que – dispuesto a recuperar la imagen honrada y competente lograda por mi progenitor – contraté a un ávido cachorro de abogado y le encargué la deshonrosa tarea de ordenar los viejos legajos del archivo. ¡l chaval aborrecía ambas misiones casi tanto como a mí, pero éstas parecían haber dado su fruto. Repasé despacio el expediente del diputado absuelto tras el escándalo inmobiliario. Sin duda, el viejo zorro había dejado un cabo suelto. Me serví otro vaso de Bourbon, esta vez a la salud de mi padre: al fin y al cabo, pensé, no éramos tan diferentes.

 

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