Nueve letras: nostalgia

Mikel Aboitiz · BERLIN (ALEMANIA) 

Tres vertical: «licitar», rellena don Anselmo Segura y, aburrido, abandona el crucigrama. Lo coloca junto a la copia de una minuta varada entre capas de legajos superpuestos como placas tectónicas de remota antigüedad. Don Anselmo —nonagenario cansado de resolver crucigramas encerrado en su bufete— deja escapar una nube de humo por entre sus barbas amarillentas. Sus ojos azulados se entrecierran persiguiendo un rayo de sol que saetea la persiana bajada. El haz de luz se estrella en la puerta que conduce directa a sus recuerdos. Por ella entra frau Recht, la bellísima clienta que, medio siglo atrás, pusiera en sus manos un generoso talón y el caso que le dio nombre como abogado. El ventilador remueve en vano el aire viciado y don Anselmo, fatigado, ha descansado la cabeza sobre documentos jurídicos de valor arqueológico. De sus labios escapa un hilito de saliva y una sonrisa congelada en el pasado.

 

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