Imagen de perfilLA AMENAZA SILENCIOSA

MARÍA DEL PILAR JARDÓN MÉNDEZ 

Mientras desengancho la bolsa de plástico de mi anzuelo con el agua hasta las rodillas, recuerdo lo que me decía mi abuelo mientras me enseñaba el arte de la pesca y repasábamos la Constitución o el código penal según mis exámenes en la Universidad. Siempre decía – un día vendrás a pescar y no habrá peces, el vertido continuo de los agricultores a los ríos acabarán con ellos-. Veinte años más tarde, después de un día de trabajo duro en el juzgado y en el despacho intentando conservar su legado, tiro la caña en nuestro rio y hay más botellas, bolsas y latas que peces en el agua. El abuelo tenía razón, pero los culpables no fueron los agricultores sino un depredador mucho más silencioso. No fuimos capaces de detectar la amenaza que supondría para la subsistencia de los ríos un producto que nace para facilitarnos la vida: el plástico

 

 

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