Imagen de perfilAquel olor

Juan Carlos Sempere Alvarado 

Aquel mar de miedos le devolvió la esperanza a Khaled.

Con dos hijos, una mujer y un brazo menos, emprendió aquella huida casi suicida hacia Grecia y Albania. Llevaba grabada en la mente la dirección de un buen abogado italiano que les ayudaría. Tuvo suerte de conservar esos ahorros, porque al traficante no se le podía pagar con casa, ni con animales, ni con campo cultivado.

Papá, yo no sé nadar, le sollozaba su hija Ghada, la única persona presente en aquella abarrotada barcaza. Su padre la serenaba con su eterno abrazo.

La alambrada en Albania supuso el principio del fin. Y la infección del brazo, la continuación.
Cuando un refugiado olvida las palabras continuar y regresar, descubre que la muerte tiene un olor penetrante y espeso.

Papá, ¿te vas a curar pronto?

 

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