Son amores

Liliana Inés Albamonte · Buenos Aires (Argentina) 

Mi mujer se enamoró de Perry Mason en una retrospectiva de la Cinemateca. Desde entonces, como un soldado, monta guardia en los Tribunales. Espera al hombre de sus sueños. Quiere entregarle su declaración de amor a la justicia y pedirle asesoramiento para la división de bienes. Dios es testigo de que he tratado de disuadirla. Es un personaje, le digo, y aunque hubiera existido, ya estaría muerto. Inútil. Ella sigue incólume, llueva o truene, anhelando oír el «Protesto, señor juez» de su ídolo de celuloide. Por mi parte, comencé la carrera de Abogacía para competir con su amante imaginario. Rendí materias pendientes, aprobé trabajosamente el Ingreso y fui a los Tribunales a mostrarle orgulloso mis logros. No la encontré. Me había dejado un escrito: “Tanto aire libre me provocó alergia. Me encontrarás calentita en la sala de guardia del Hospital. Estoy esperando al Doctor Kildare”.

 

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