¡VAYA DÍA!

ANA MARIA FERNANDEZ JIMENEZ · MADRID 

Llegaba tarde. El trajín matutino habitual se había prolongado tras un inesperado incidente doméstico y había salido precipitadamente para adentrarse en un mar de coches del que parecía imposible emerger. Definitivamente iba a llegar tarde. Estaba acabada. Tuvo la oportunidad de terminar con esto hace unas semanas, pero aconsejó a su cliente que no aceptara el exiguo ofrecimiento económico de la aseguradora y decidieron seguir adelante. Estaba claro, el Juez acordaría el archivo por desistimiento. Su angustia se hizo insoportable cuando comprobó que el móvil no estaba en su bolso. Esgrimir una súbita indisposición podía salvarla, pero ¿cómo justificarlo ante el Juzgado?. Su corazón estallaba mientras corría escaleras arriba. Al acercarse oyó que voceaban su nombre. Allí estaba su cliente, esperando, estupefacto con su único ojo clavado en las zapatillas rosas de peluche que lucía su Abogada, regalo de su hija por Navidad.

 

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