Madre vaquero brujo empleado

Javier Estupiñán Dávila · Las Palmas 

Sintió el viento golpear su rostro y escuchó el ruido lejano, pero aún así estresante, del tráfico de la ciudad. Justo cuando puso un pie cerca del fin de su vida, esta apareció delante de sus ojos como un relámpago consiguiendo lanzarle hacia atrás para abandonar, momentáneamente, el intento de suicidio. Habían llegado a su mente aquel vaquero al que el banco robó sus tierras, aquel brujo estafador, la madre que pedía hogar y alimento para sus hijos y aquel caso del cliente que había mostrado desobediencia a su esclavista superior. Entonces, tras aquella repentina y fugaz vuelta al pasado, se dio cuenta de cuál era el motivo que lo había llevado a esa extrema situación y decidió descansar un tiempo de su trabajo como abogado, que lo devoraba día y noche, para marcharse a vivir como nunca antes había podido.

 

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