LA SECRETARIA

MERCEDES DAZA GARCíA · GRANADA 

No me importan sus faltas de asistencia, ni sus errores de cálculo, ni tan siquiera su vestimenta anticuada. Iustitia siempre permanece sentada, pensativa, en la silla de mi despacho, compensando la balanza entre mis equívocos y la realidad jurídica que me abarca. A menudo me desahogo con ella en un tono de protesta, especialmente cuando contemplo mi rostro cansado en el reflejo de la espada que empuña. Le comento que son muchos años ejerciendo mi carrera, que son demasiadas las injusticias que impregnan el día a día en mi mundo envuelto en leyes. Pero ella aguarda paciente, silenciosa, observándome con su ciega mirada, pues sabe que jamás oirá de mi parte una renuncia a la profesión que guía mi camino. Entre delirios la contemplo y rezo porque esta dama no me falte nunca.

 

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