EL NIETO

María del Mar Suárez Sanabria · NAVARRA 

Bajé las luces, prendí las velas, pedí disculpas a mi abuelo, abogado de reconocido prestigio, coloqué la güija e invoqué a mi fantasma favorito, mi abuela, jueza de primera instancia que, cansada de leyes y soledades, dejó la judicatura y a mi abuelo para cultivar remolachas en un pueblo del mar Negro con un musculoso hombre turco. Mi abuelo nunca se lo perdonó. Dejó claro en su testamento que cualquier descendiente que osara presentarse a una oposición de judicaturas sería tratado como un proscrito y desheredado. Espero que mi abuelo no se revuelva en su tumba y perdone mi falta, porque no estoy dispuesto a renunciar a la legítima, ya que hoy, con la ayuda del “Más allá” y las nuevas tecnologías, el testamento de mi abuelo va a desaparecer. Mañana, en el BOE, va a publicarse mi nombramiento como juez titular y número uno de la oposición.

 

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