Coartada perfecta

LAURA Betancort Carrasco · Arrecife 

El enigma se había convertido en una cuestión de Estado. ¿Milagro? ¿Suerte? ¿Gracia Divina o Mefistofélica? Nadie conocía la naturaleza del mágico subterfugio que empleaba aquel individuo para sortear impecablemente a la Justicia. Ausencia completa de pruebas. Fiscal tras fiscal, renuncia tras renuncia, la leyenda del joven asesino se iba acrecentando, al igual que el favor del público, que lo consideraba una víctima más de una conspiración. Sólo yo tenía la clave. Y un cálculo perfecto. Pedí venia a su Señoría. Trajeron desde el despacho del Juez un cuadro cubierto con una sábana de seda. Falta de aire. Susurros en la asistencia. Al retirar la sábana, el susodicho se volvió pálido y el público enmudeció. En mi mente, el eco de su voz treinta años antes en el parque de nuestro facultad: -¿Cuál es tu novela favorita? –El Retrato de Dorian Gray.

 

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