Imagen de perfilENGAÑO PIADOSO

Epifanio Quirós Tejado 

Entré en el asilo un día lluvioso y frío, quizá el más lluvioso de aquella primavera. Mis hijas me dijeron que haría falta mucha discreción y paciencia para descubrir al responsable de tantas muertes. Me iban a inscribir en el registro con mi apodo.
Nuestro despacho era un próspero bufete de abogados, familiar pero muy competitivo. Trabajamos en casos complicados y colaboramos con los mejores detectives del país. Me aficioné a la investigación y abandoné la práctica del derecho, este fue mi último pronunciamiento.
Para comunicarme con mi organización llevaría una flor amarilla cuando tuviera información que compartir.
No he conseguido todavía desenmascarar al criminal. Sigo en la residencia y cada vez muere menos gente.
Mis hijas me dicen que mi trabajo ha conseguido desenmascarar al «virus» asesino y ha huido para no ser apresado.
Estoy esperando a ver dónde me lleva mi próxima misión.

 

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