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Beatriz García Herrera 

Siempre necesitó de un período de adaptación más largo que el resto de la gente, de modo que, a pesar de que aquel día cumplía dos años trabajando para la fábrica, para sus compañeros, seguía siendo el nuevo.

Jamás se había sentido parte de un grupo, además, sus compañeros le toleraban porque no tenían más remedio, pues él era el hijo del jefe.

EL JEFE. Un tiburón que quería invertir en la producción de baterías de litio y meterse de cabeza en la industria automovilista… todo a costa de la salud del rio que surcaba a la vera de la fábrica, pues proteger el medioambiente siempre lo consideró un gasto superfluo.

Su hijo no llevaba bien esta política de empresa…

La citación del juzgado llegó cuando padre e hijo estaban juntos en el despacho. El padre abrió el sobre de manera ceremoniosa y leyó el contenido:
– Una demanda… ¡tuya!

 

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