Imagen de perfilPENDIENTE DEL VEREDICTO

Aurora Roger Torlá 

Tiembla el volante. Un traqueteo y el mal estado de la carretera me obligan a reducir la velocidad. Casi me mareo con tanto meneo. Atrás queda la pradera , desdibujada, en penumbra. Anochece. Casi todo es negro, blanco o rojo. Olor a jazmín. Oigo música. Recuerdo mi etapa de estudiante de Derecho, el máster, la pasantía en un prestigioso despacho de abogados, mi primer juicio y el miedo al estrado, las oposiciones a judicatura, mi primera toga, las puñetas que heredé de mi abuelo, y aquella solemne ceremonia de imposición de la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort . Pienso en la dama de los ojos vendados. Espero resultados de varias pruebas, incluso de ADN, para solventar dudas. El neurólogo cree que soy una víctima más de la pandemia de Alzheimer. Una inmensa luna llena me sonríe. Creo que me libraré de la condena.

 

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