El juicio final
Manuel Valderrama CondeAyer murió el último fiscal. Jueces quedarán ya pocos (recuerdo que los procuradores desaparecieron al comenzar esta insólita pandemia). Alzo la mirada insomne y se me antoja que un brazo poderoso ha barrido un tercio de las estrellas del firmamento; creo oír trompetas desaforadas que quizás anuncien el fin del mundo para esta misma noche tórrida. Alcanzo cualquier legajo y lo meneo a modo de abanico mientras me imagino en una pradera fresca, perlada de rocío. Ojalá supiera explicar este calor pestilente o cómo solventar el colapso de la Justicia. Pero soy un simple abogado que, como otros miles de colegas, no consigue llevar sus casos hasta la vista oral. ¿Por qué habremos sobrevivido nosotros a las plagas? ¿Será el ADN?
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Jajaja. Quizá solo tengan el poder de doblegarnos los «vencimientos» y los fallos judiciales, pero hayamos sufrido una metamorfosis kafkiana que nos haya convertido en un insecto inmune a las plagas. Y aunque paren el mundo, no nos podamos bajar.
Suerte, Manuel.
Ja, ja, ja, Manuel. Del mecanismo de la metamorfosis no es consciente mi protagonista, pero entra dentro de lo posible.
Mucha suerte a ti también.
Recuerdo una vista en el mes de julio en La Carolina, juzgado en obras…¿ y tú me hablas de «calor pestilente»? Ja, ja, si el fin del mundio es como lo describes…los abogados sobrevivimos ¿seguro!. Suerte.
Muchas gracias, litispendiente.
Muchas suerte también para ti con tu relato titulado «A LA OFICINA DEL DEFENSOR DEL LITIGANTE»: Los cambios de nombre son ¡como la vida misma, oiga!
Ja,ja,ja. estoy de acuerdo con litispendiente, sí sobreviviremos, ánimo colegas.
Me encanta el relato es muy descarado.
Muchas gracias, GB. Celebro que te guste.