El primero

Juan Rivera Barbero 

Le sudaban las manos. Solía ser la primera señal de nerviosismo, de falta de seguridad. ¿Qué ocurriría? Tambien notaba el sudor debajo del pecho: un riachuelo helado le recorria el cuerpo. Comenzaban a notarse las manchas en su camisa blanca impecable; su mejor camisa. La misma que llevó la semana pasada a esa boda tediosa. ¿Era esto realmente lo que le gustaba? ¿ Ya era feliz por haber dejado la empresa y empezar lo que siempre dijo que era su vocación? ¿no sería otro de sus intentos para buscar algo «diferente»?. Todo le parecía siempre mejor que lo que hacía. Le atormentaba tener que ser el mejor. Le llamaron para la vista. Su cerebro se nubló, las palabras e ideas comenzaron a dar vueltas en su cabeza; Crimen, Castigo, Ley, Diligencia de prueba, prueba testifical, cuchillo, bala…. Se abrochó el único imperdible de la toga y entró en sala.

 

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