Me voy para China

Carlos Linares Rosado · Málaga 

Me voy para China a ejercer la abogacía. Baldado por la arbitrariedad de nuestros jueces, aunque tenga que volver a ser becario, marcho al Lejano Oriente. A mis procuradores, templados cosufridores, les dejo una carta tierna y formal evocando aquellas guardias en la trinchera con petacas, cigarrillos y el tarareo de alguna coplilla: «Del sistema en el ángulo oscuro, de Su Señoría seguro olvidado, silencioso y cubierto de polvo… hallábase el pleito.» A mi excónyuge le envío una nota de suicidio. Así trato de evitar, en la medida de lo posible, que me busque, y retraso, al menos un poco, el momento en que me encuentre. Me libero ya de los dos despotismos que me sojuzgan a día de hoy y me dirijo feliz al tumulto que me aguarda tras la Gran Muralla. Erguido, hago caso omiso a quienes, sin más argumento, gritan tras de mí: “¡Gallina! ¡Desertor! ¡Escoria!”.

 

 

 

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