Le debía un favor
Miriam Jiménez Bernal · MadridCerró el maletero del coche, se secó el sudor de la frente con la manga de la camisa y se detuvo unos instantes para contemplar la escena. No hacía ni dos horas desde que le había llenado el cuerpo de plomo a aquel desgraciado y ya estaba enterrado en el lugar perfecto. Los obreros llegarían por la mañana para tapar el socavón provocado por las obras del metro, así que el cadáver permanecería oculto durante mucho tiempo. Por su mente revoloteaba la imagen de aquel abogado que había conseguido que le soltaran alegando no sé qué defecto de forma, un hombre muy serio que pasaba los días pegado a su cartapacio y las noches llorando la muerte de su hijo por una sobredosis. Trató de adivinar la cara que pondría cuando supiera que le había devuelto el favor, eliminando de la circulación a aquel maldito camello.