CAMBIO DE ROL
ANTONIO LUIS MIRANDA SANCHEZMi último aliento me sumerge en la oscuridad más absoluta. No hay rastro de esa radiante luz que, según dicen, te hace viajar al otro lado. Tampoco ves a los que te precedieron. Nadie te recibe, parece que nadie te esperara. He muerto en primavera pero tengo frío. Me sobresalto. No, no puede ser, no debería sentir nada. Quizás mi mente se resiste a apagarse y recrea una ilusión, una ruta transversal para huir y conseguir protección. No puedo percibir mi cuerpo pero sigo razonando y eso me inquieta. Continúo a oscuras y, sin embargo, vislumbro todo a mi alrededor. Puedo distinguir una mesa cubierta por infinitas pilas de papeles desordenados, una silla desvencijada y unas paredes mohosas. Comienzo a gestar una teoría, una explicación y la conclusión me aterra. Ese será mi lugar para toda la eternidad. Los abogados, al morir, nos convertimos en los funcionarios del más allá.