Imagen de perfilSOMBRAS DEL PASADO

Aman L. Lordén 

María repasaba mentalmente sus alegaciones recostada en el sofá, mientras esperaba que la mascarilla de yogur y pepino hiciese su efecto.
Hacía unos días las había preparado con su abuela, la oyente más fiel y crítica de toda su carrera, aunque ahora ya ni siquiera pudiera reconocerla. Sin embargo, las visitas a la residencia eran su vacuna contra el desánimo, una cura para el alma. Se convertía en personajes diferentes cada vez, imaginando otras vidas, mientras le hablaba de los juicios que llevaba entre manos. Cuanta mayor complejidad tuvieran, mayor claridad le transmitían las palabras inconexas de su querida abuela.
Pero a veces, sin querer, alteraba la paz del confinamiento de su confundida mente, avivando la propagación de extrañas fantasías y conspiraciones. Por ejemplo, ahora, repetía como una cantinela que a sus padres se los había llevado un tal coronavirus.

 

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