Imagen de perfilReto descabellado

Juan Manuel Chica Cruz 

Adquirimos prestigio y eso trajo más casos y más trabajo. Demasiado. Un día llegaron dos clientes casi a la vez, con premura, a uno le atendí yo y al otro mi socia. Fui un mentecato lo reconozco. Mi socia me comentó algo pero yo con la cabeza llena de plazos y grillos me pareció que sería algo divertido. Quién era mejor. En la vista fue tremendo ver la cara de mi socia. Actuaba como abogada defensora del que era acusado de mi cliente. Aquellos dos que entraron de modo correlativo al despacho. No fue buena idea. Litigar y amar riman, pero no casan. Además mi argumentario convenció. Me limité a exponer los puntos débiles de la parte contraria que mi socia me señaló preparando su caso la noche anterior antes de irnos a la cama. Gané el juicio, pero perdí el matrimonio. Mi socia presentó demanda de divorcio y querella.

 

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