Imagen de perfilMANTECADO

Xavier Silvestre i Castejon 

– Mantecado?
– No… mentecato.
Era agotador, pensaba Laura, mientras con premura recogía el desayuno. Antoñito no entendía la mitad de palabras del diálogo que representaría esa misma tarde en la escuela, y ya eran las nueve menos cuarto.
Sobre todo que no se agobie, pensaba, acostumbrada a litigar por responsabilidades médicas sin entender del todo los argumentarios que emitían los peritos, pero recitándolos con convicción.
– Antoñito, nos vamos. Si lo dices convencido seguro que saldrá bien.
Y recordaba el sí quiero que también ella le soltó convencida a su padre, para unirse de por vida. El compañero de facultad que se había sentado a su lado cada minuto durante cuatro años, su alma gemela. Incluso consiguieron tener números de colegiado correlativos.
Un sí quiero que de poco sirvió cuando la abandonó, ya embarazada, porque le asustaba el compromiso. El muy mantecado.

 

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