Imagen de perfilCAZANDO CAZADORES

FERNANDO FERRAGUT GIL 

Miro al espejo. Ahí estoy, engalanado con premura, trajeado, asesino de cuello blanco, toga negra pesada en mano. El espejo me devuelve la mirada. Entre sombras, de negro, sobriedad sempiterna. ¿Héroe? ¿Villano? Hoy ninguno. Porque a veces nosotros también sentimos, nos duele y somos puro instinto. Soy la pantera que sueltan en una suerte de selva replicada. Mi hábitat, la sala; mi rabia, mi labia; mis fauces y colmillos, mi afilado argumentario. Nunca más a favor del mentecato.

Hoy salgo a litigar y él sabe que voy. Llego. Hora de acechar. Su odio y miedo han sido correlativos a su violencia. Mientras, ella oculta testigos cardenales y lágrimas que callan. Pero nunca más. Hoy, por ella, soy su voz indómita. Alejado, el cazador cobarde suda, duda, se esconde. Le huelo. Un silencio. Me dan mi señal. Óyeme rugir. Hora de cazarte, cazador, con hambre y sed de justicia.

 

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