Mi primer caso
Esperanza Temprano PosadaLlegué tarde al juicio arrastrando la toga por el suelo. Tras un intercambio breve de saludos, Su Señoría me preguntó sobre las razones de mi retraso y cuando abrí la boca para contestar, no conseguí articular palabra. El abogado contrario viendo el panorama, empezó con su defensa a hablar y a hablar y acabó dándome una paliza en el estrado con total impunidad. Yo seguía con la boca abierta sin pronunciar palabra, pero el contrario no bajó la guardia en ningún momento y el juez decidió desestimar mi demanda. El despertador me salvó de la peor de mis pesadillas que se metió en mi cama horas antes de mi debut como abogado.