Fantasías de una pareja

Mayte González-Mozos · Toledo 

Ella llamó mi atención. Bajo su vestido se transparentaba el cuerpo de sardina gorda que los años le habían adjudicado.Mi moral, adquirida en el tiempo de monaguillo, se sintió ofendida. Entonces ví que la seguía un ex cliente, lo reconocí por el paraguas y el bombín. Aquél, que ante el tribunal el fiscal acusó de violador, y yo defendí demostrando en el interrogatorio su inocencia. Él, aceleraba el paso hacia un descampado, al ritmo del bamboleo del trasero de la señora. No tenía tiempo; pero mi sentido de la Justicia me obligó a perseguirles soportando el peso de numerosos documentos en la cartera. Ante mis atónitos ojos de letrado provinciano, le arrancó el vestido derribándola. Corrí hacia ellos para evitar la consumación. Grité levantando la mano, y con su nombre en la punta de la lengua llegué para escuchar:“Roberto querido, cada vez son más insólitos nuestros encuentros sexuales”.

 

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