El pacto

M¡¦ Azucena ¡µlvarez García · Oviedo 

Entró mientras me afeitaba. -¡Esto no es de recibo!- gritó y la exclamación explotó en el aire como las burbujas de una gaseosa- ¡¨Tu hijo no ha dormido en casa, otra vez! -Quizás haya pasado la noche en un hotel- dije- No te preocupes- pero ella siguió quejándose con la misma frustración con que se quejan los futbolistas condenados a ver, desde el banquillo, el partido de su vida. A las nueve, puntual como el¡€™Big Ben?, llegué al bufete que comparto con otros dos socios. Nada más abrir la puerta descubrí su ropa y calzado desperdigados por el pasillo. Lo encontré en mi despacho, desnudo, dormitando como un bendito sobre mi mesa de escritorio. -¡¨Y nuestro pacto¡€™¡El bufete no es un picadero!- y de un tirón de orejas lo arrebaté de los brazos de Morfeo. Adormilado y resacoso sólo acertó a balbucear. -No se lo digas a mamá.

 

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