Eficaz maltrato

Enrique ¡µlvarez Martín · Sevilla 

Un vencimiento inaplazable me hizo salir aquella fría mañana. En la Alameda, al pie de la columna de Hércules, un difuso dolor en el vientre me hizo caer desvanecido. Sólo conservaba el sentido del oído, por lo que percibí la estridente sirena de la ambulancia. Ahora me conducen en un ataúd hacia el cementerio. Constato que he muerto, pero he recuperado totalmente mi consciencia.Puedo oír el tañido de las campanas de la iglesia, que doblan por mi agonía. Tras el furgón, ella caminaba fingiendo su pena. Se casó conmigo al reclamo de un anuncio que puse en la prensa.Hacía días que le anuncié mi propósito de divorciarme. Mientras me descendían al fondo de la fosa, comprendí el por qué del sabor extraño de la mandarina que me dio a comer.

 

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