Imagen de perfilEl regalo

Gabriel Pérez Martínez 

Antes del juicio, la opinión pública había declarado a mi cliente culpable, y eso que a los ricos se les suele considerar inocentes. Cuando fui a verlo a la cárcel, le dejé claro que sólo defendía a acusados en los que creía. Lo encontré abatido: le achacaban ser el jefe de una organización criminal con cinco asesinatos a sus espaldas (los cuerpos de las víctimas estaban desaparecidos). En sus lágrimas intuí sinceridad y le pedí que se mostrara resiliente. El juicio fue rápido. Salió absuelto. Una semana después, vino a verme. Pretendía regalarme una de las viviendas que tenía en suelo urbano. Se trataba de un chalé con un jardín enorme, pero sin piscina, así que me entregaba, además, el material para poderla construir. No quise aceptar. Me rogó que lo hiciera alegando que si no, no podría dormir. Con la palada inicial de la excavadora, apareció el primer cuerpo.

 

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