Imagen de perfilEl juicio final

Ander Balzategi Juldain 

Puse el canon en do mayor de Pachelbel y acercándome a la ventana me apresté a desplegar mi alegato final. Pensé en argüir mi perplejidad por un juicio tan sumario, sin dar siquiera oportunidad al inculpado para defenderse. “In dubio pro reo” me reafirmé. A pesar de las desigualdades que produjo entre sus semejantes, a pesar de que extendiese sin reparo la brecha del pecado, también él merecía un juicio justo. Listé en voz alta aspectos positivos de su existencia, recordé momentos en los que supo discriminar entre el bien y el mal, ¡ah, y su genialidad! ¡Esos arrebatos divinos en los que arañó el cielo! La música, la poesía… La esfera crecía indefectiblemente mientras yo disfrutaba de mi último ejercicio como abogado fumando un habano. Nunca esperé que el meteorito modificase su trayectoria por muy bueno que fuese mi alegato.

 

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