Imagen de perfilMiradas que matan

Ander Balzategi Juldain 

Me cuesta sobrellevar el desasosiego después del fallo, y eso que estoy convencido de que llevé el caso con la mayor diligencia, que desde el principio trasmití las expectativas con transparencia y rigor. Debería saber que la justicia no es cuestión de magia, que aquí no hay trampa ni cartón, que no se pueden volatilizar unas pruebas incriminatorias tan concluyentes. Hice lo que pude, me repito obcecado, y vuelvo a encender el ordenador. Simulo actualizar mis ficheros y carpetas, cuando en realidad le busco a él en Facebook, para descubrir su sonrisa y borrar de mi memoria su mirada de rencor y odio. La del hijo de mi cliente, sentado sobre el regazo de su madre y camuflado por la concurrencia, simulando que me disparaba con su piruleta.

 

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