Imagen de perfilLA HONRADEZ COMO LEMA

Amparo Martínez Alonso 

El abuelo recuerda, emocionado, cuánto tiene que agradecerle al zarandaja del Braulio… A su regreso de las Américas, el Braulio vino convertido en don Braulio: ¡el mecenas del pueblo! Gracias a sus donativos construyeron el centro cultural, restauraron la capilla mudéjar y terminaron de esculpir los discos gremiales de la plaza mayor. Pero, ante todo, don Braulio era admirado y querido por fundar la beca “Independencia procesal”. La famosa “Beca brauliana” (como la llamaban en el pueblo) consistía en hincar los codos para entrar en la Facultad de Derecho. A quien lo lograba, don Braulio le sufragaba los gastos de la carrera (incluyendo la pensión completa en un hostal de Madrid). Mi abuelo fue el primer aspirante en conseguirla. Hoy, el abuelo todavía recita con nostalgia y convicción el “Lema brauliano”, el principio que guió su carrera: —Un buen abogado nunca devuelve favores… Aunque tenga mucho que agradecer.

 

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